martes, 1 de marzo de 2016

PEDRO SÁNCHEZ, EL CONTRADICTORIO

Llevaría razón Pedro Sánchez en casi todo lo dicho en su largo discurso de investidura si su partido hubiera sido la fuerza más votada en las elcciones del 20 de Diciembre, pero resulta que no fue la primera, sino la segunda en número de votos y escaños. Este "pequeño" detalle sitúa al líder del PSOE ante una contradicción  insuperable: los españoles votaron a favor del cambio, según él, pero tal cambio sólo es posible si lo encabeza el Partido Socialista.
Es verdad que el Presidente del Gobierno en funciones declinó la oferta formulada por el Rey y también es verdad que no ha hecho hasta el día de hoy ningún esfuerzo para ganarse el apoyo del resto de grupos políticos. Pero del bloqueo actual el principal responsable es el PSOE con su no, no y no a la idea de sentarse a negociar con el grupo mayoritario. Muchas de las propuestas o ideas formuladas por Pedro Sánchez en su discurso de investidura, su partido las podría haber obtenido del PP con sólo haberse mostrado dispuesto a conceder la abstención.  Pero Sánchez  no quiere perder la oportunidad de convertirse en el inquilino de la Moncloa, y de ahí sus insistentes requiebros a Podemos con la promesa de "podemos comenzar a hacerlo la semana que viene".
Con su hablar esdrújulo ( como casi todos los políticos españoles, por otra parte) Sánchez comenzó su discurso asegurando que los españoles no entenderían que los líderes de los distintos partidos se enzarzasen en una guerra de reproches, para luego decir que no hay pacto posible con un PP que se ha comportado de modo absolutista en la pasada legislatura. Después dijo  también que "los españoles no entenderían" que no se llegase a un acuerdo, cuando es evidente que si a día de hoy no existe ese acuerdo es, entre otras cosas, por su negativa rotunda a cualquier diálogo con el PP. Pero, claro, el líder socialista tiene un alto concepto de sí mismo y por eso él no exhibe líneas rojas, sino "fuertes convicciones". 
El mismo Sánchez explicó que, con los resultados del 20 de Diciembre en la mano,  no es posible formar un gobierno sustentado por dos fuerzas del mismo campo ideológico: Partido Popular y Ciudadanos, por una parte; y Partido Socialista y Podemos, por otra. "Nos hace falta el mestizaje ideológico", dijo el candidato, pero al parecer ese mestizaje sólo es positivo si es él quien lo encabeza, puesto que insiste una y otra vez en que los españoles quieren cambio y ese presunto deseo se concreta en que Mariano Rajoy tiene que hacer las maletas y salir de la Moncloa.
Demasiadas contradicciones las que se aprecian en el discurso del líder socialista, demasiado evidente el callejón sin salida en que anda metido desde la noche en que le dijo a Rajoy que no era un político decente. Aunque es muy posible que su maniobra de firmar un acuerdo más que aceptable con Ciudadanos le permita no poner contra las cuerdas a Podemos, pero sí arrebatarles algunos votos en las muy posibles elecciones del 26 de junio. El gran problema es si el PP, pese a las corrupciones y pese a tantas cosas feas de las que es culpable, vuelve a repetir esa noche como primera fuerza política del arco parlamentario español. ¿Seguirá insistiendo Sánchez en encabezar un "Gobierno del cambio" o tendrá un poco más sentido de estado y seguirá el consejo que recientemente daba Felipe González: el PP y el PSOE no deberían bloquearse recíprocamente porque eso puede llevar a la política española a la parálisis?    

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