miércoles, 16 de febrero de 2011

DE LLUVIAS Y DE BOINAS

Por fin llegaron las lluvias en socorro de los urbanitas de Madrid, de Barcelona y otras capitales agobiadas por la contaminación. En los peores momentos del persistente anticiclón que se había instalado sobre nuestras cabezas se habló mucho de la "boina de contaminación" que cubre Madrid. Dijeron los tertulianos que esa boina ya existía hace por lo menos 40 años y concluyeron que todo es por culpa de la mala gestión de "nuestros políticos".
Es poco edificante la tendencia que se observa en el personal a eludir responsabilidades, cuando es evidente que la culpa de esa contaminación la tenemos todos los que nos empeñamos en utilizar masivamente el automóvil privado en nuestras atascadas ciudades. En Barcelona, por ejemplo, los políticos, en este caso de Iniciativa per Cataluña, intentaron hacer algo no demasiado radical ni demasiado impopular: limitar la velocidad a 80 kilómetros por hora en el área metropolitana. Pero fue llegar el nuevo Gobierno de CIU y anunciar que se suprimirá la citada restricción.
Madrid tiene una red de transporte público más que aceptable, pero muchos ciudadanos se resisten a utilizarla mientras puedan seguir aferrándose a su querido utilitario o familiar o todoterreno. Sólo cuando el uso del coche privado sea absolutamente prohibitivo dejaremos de utilizarlo. Así que tendremos que seguir invocando al dios de la lluvia para que limpie un poco de vez en cuando el aire que respiramos.
Y mientras el viento y la lluvia se llevan provisionalmente la "boina" que nos cubre, hay otras boinas que no desaparecen de nuestro horizonte: son las boinas que "pasan" a la concurrencia los corruptos de toda laya que pululan por la piel de toro.Llega un momento en que uno prefiere no saber, no abrir el periódico cada mañana y encontrarse con la ración de diaria de personajes perseguidos por la justicia después de mucho tiempo de tropelías. Moralmente, no hemos avanzado mucho desde que el gran Quevedo escribiera estos versos: "miré los muros de la patria mía...y no hallé cosa donde poner los ojos".

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