jueves, 31 de diciembre de 2009

PAZ Y AMOR, HERMANOS: LOS MEJORES DESEOS PARA 2010

Me siento a la máquina en este último día del año con el ánimo de agradecer a todos los seguidores de ZD la generosidad que derrochan dedicando una parte de su precioso tiempo a las "chorradillas" que van saliendo en esta página. No quería que la última de las "entradas" de 2009 fuera la que dediqué a la penosísima historia de la española María José Carrascosa, condenada a 14 años de cárcel en los Estados Unidos: casi como si hubiera matado a alguien.
"Si mi pluma valiera tanto como tu pistola", le dijo Machado a Líster en un momento de omnubilación poética. Si estas líneas valieran tanto como un sólo minuto de tu sufrimiento -le diría yo a María José- las dedicaría todas a reducir los largos años de encierro que te aguardan. Es terrible pensar de qué forma un sólo error puede destrozar la vida de una persona o de muchas personas.
Pero tratemos de recuperar el optimismo y la alegría, como ha hecho ZP anunciándonos que para finales de año la economía española puede estar creando empleo de nuevo. O como ha hecho la Bolsa española, apuntándose casi un 30 por ciento de ganancia, el segundo mejor en diez años, mientras el país corría sin freno hacia los cuatro millones y medio de parados.Y hasta es posible que una parte del dinero que ha alimentado la subida provenga de las indemnizaciones por despido. Es lo que tiene aquello que Margaret Thacher llamó el capitalismo popular.
Os propongo, a mitad de camino entre la broma y el análisis, una encuesta sobre las posibilidades de que Rajoy se tire al ruedo y le presenté una moción de censura a ZP. Feliz año nuevo a todos; y seguiremos en la brecha, porque, como han dicho los propios lectores de ZD en la encuesta anterior, habrá de todo y lo bonito será que podamos irlo contando.

viernes, 25 de diciembre de 2009

ERRORES DE CÁLCULO


Hacia mediados de los noventa, en una de esas tardes madrileñas de frío intenso y sol resplandeciente, me tocó informar a los oyentes de RNE de la entrada en prisión de Mario Conde. Seguramente yo era por aquel entonces el candidato ideal para cubrir aquella noticia de portada, porque mi casa está a tan sólo tres o cuatro kilómetros de la cárcel de Alcalá-Meco y porque era uno de los redactores más activos del Área de Economía.
Unos años antes de aquella pequeña asamblea que estábamos formando los periodistas a las puertas del penal, Mario Conde había sido la más rutilante estrella del panorama político-económico español. Solía haber más que codazos por ir a rendirle pleitesía y la Universidad Complutense lo elevó definitivamente a las alturas nombrándole Doctor "honoris causa". A mí mismo, debo reconocerlo, me fascinaba la habilidad de trilero que había mostrado en aquel espectacular "pelotazo" que fue la venta de Antibióticos a la italiana Montedison. "Voy a comprarme un banco", cuenta la leyenda que respondió Conde a un ministro socialista que le preguntó qué pensaba hacer tan joven y con tanto dinero.
Pero habían pasado diez años desde la irresistible aparición de la "pareja inversora" (Conde y Abelló) en las páginas de los periódicos, tiempo suficiente para cometer todo aquel cúmulo de errores de cálculo (puede que también alguna tropelía) que llevaron a la intervención de Banesto por el Banco de España el día de los Inocentes de 1993. Realmente, a las puertas de la prisión no había mucho que contar y casi ni siquiera pudimos ver la cara del preso, porque lo metieron al trullo en furgón con los cristales tintados que venía directamente desde la Audiencia Nacional. Pero el Director de la cárcel tuvo a bien contarnos el menú que iban a cenar los internos el día de Nochebuena; y con aquel menú, y algún que otro detalle, pude pergeñar una crónica bastante aseadita.
He recordado esta anécdota mínima leyendo en la portada del periódico la historia atroz de la española condenada a 14 años de cárcel por la justicia de los Estados Unidos, sentencia despiadada, según el adjetivo más utilizado, que le impuso el juez justo un día antes de Nochebuena. No sé quién lleva razón en el enrevesado pleito legal, pero me ha dolido no sólo la condena, sino el trato inhumano y degradante que supone obligar a la acusada a comparecer cargada de cadenas y grilletes. Me han dolido esas lágrimas en primer plano y las canas incipientes en los cabellos oscuros de esta mujer bella y obstinada. Esas canas son el anuncio de la lenta e implacable demolición que la cárcel ejecutará -está ejecutando ya- en su persona.
Lo que me asombra es el error de cálculo que cometió María José Carrascosa al viajar a los Estados Unidos pensando que la justicia le daría allí la razón con tanta facilidad como se la había dado aquí. Porque de lo que allí se la acusaba era nada menos que de secuestro, un delito muy grave. Y ella es abogada y tenía que saber el peligro que corría nada más pisar tierra americana. Pero no calculó bien, o actuó impulsivamente, y acabó cayendo en las garras de esa máquina trituradora que le ha dicho "el juego se ha acabado". No parece que el Gobierno español o la justicia española puedan hacer mucho por ella, más allá de prestarle apoyo humanitario y tratar de traerla para que cumpla aquí su condena. Una de las historias más tristes y más desgarradoras que nos deja este 2009 ya agonizante.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

EL BAILE DE LOS HIPÓCRITAS Y LOS CARADURAS

Vaya por delante mi agradecimiento a cuantos amigos siguen visitando esta página a pesar de que en los últimos tiempos, por razones que serían "cuento largo", no la "alimento" tan a menudo como desearía. Escribo bajo el pasajero síndrome pos-sorteo de Navidad, días de cierta tristeza en que una vez más (¿y cuántas van ya?) tenemos que asimilar que no nos queda otra que "seguir de pobres", como decía aquel relato de Ignacio Aldecoa.
La Lotería de Navidad nos dejó sin nada, pero el Instituto Nacional de Estadística tuvo a bien servirnos uno de sus barómetros mensuales en el que queda reflejado que una de las principales preocupaciones de los ciudadanos en este final de año es el comportamiento de nuestros políticos. Y la verdad es que no me extraña nada, en vista de que los casos de corrupción surgen por doquier, como las setas en un bosque después de las lluvias de otoño. Los tertulianos de guardia han querido salir al paso de esta preocupación asegurando que no debemos dejarnos engañar por la espuma que deja el oleaje, que la inmensa mayoría de quienes se dedican a la cosa pública lo hacen de forma honrada. Ojalá lleven razón los tertulianos de guardia, ojalá sea cierto eso que dicen, pero viendo el comportamiento de tanto caradura, de tanto "chorizo" con buenas apariencias, uno se pregunta si no será esa la regla y la honradez no será otra cosa que la excepción que confirma la regla.
¿Y al Presidente de Air Comet dónde lo colocamos? ¿En el club de los caraduras o en el de los hipócritas? Yo creo que un hombre que ha sido capaz de engañar con los avales a Cajamadrid, que deja tirados a miles de pasajeros, que pide la protección del Estado después de cantar las alabanzas de la libre empresa, y que no aplica en su trabajo como empresario aquello que va predicando, merece figurar como socio de honor en los dos clubes. Quizá merezca también que le hagan un hueco en el club de los perseguidos por el Código Penal.
Estas semanas finales de 2009 nos han traído algo así como una apoteosis de los hipócritas; y la victoria ha correspondido, me parece a mí, a esos medios de comunicación y esa opinión pública estadounidenses que se han cebado contra Tiger Woods por la historia de sus amantes secretas o sus contactos con prostitutas. El propio Tiger ocupa un lugar de relumbrón en el ejército de los hipócritas porque, llevando la vida que llevaba, no tuvo empacho en llenarse los bolsillos haciendo campañas publicitarias como abanderado de los "valores familiares". Me parece patética esa necesidad infantil de héroes inmaculados que padece la sociedad norteamericana, cuando sabemos a ciencia cierta que tal cosa no existe.
También aquí, en la piel de toro, hemos tenido que soportar una buena ración de hipocresía, servida a bombo y platillo por los sectores religiosos, políticos y sociales que se oponían a la reforma de la Ley del Aborto. Esos sectores que gritan tan desaforadamente son los mismos que correrían a comprar un billete para abortar en el extranjero si un miembro de su familia se encontratara en la tesitura de un embarazo no deseado. Hipócritas y caraduras: he ahí dos especies que uno desearía ver en extinción en estos tiempos de cambio climático.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

EL GOBIERNO DE ZP Y LA MIRADA DE LOS TUERTOS

Siempre me ha parecido fascinante el proceso de desgaste que sufren los gobiernos después de haber tenido un momento en que parecían tocados por la gracia divina. Es cosa de la fatalidad, como decía un personaje inolvidable de la película La jungla de asfalto.
Tuve la suerte de vivir muy de cerca aquella campaña triunfal que llevó a la mayoría absoluta de Aznar en las Elecciones del año 2000. Después vendrían fatalidades como la huelga general de 2002, la catástrofe del Prestige, la catástrofe de Irak y los atentados del 11-M. Ahora veo al Gobierno de ZP, con sus ojeras creciendo de un día para otro, preso de las fatalidades. ¿Qué culpa tenía de lo que pasó con el Alakrana? ¿Qué culpa tiene de la situación imposible generada por Marruecos con la activista saharaui Aminetu Haidar? Y sin embargo, ambas cosas han sido como dos misiles lanzados contra su línea de flotación.
También es fatalidad la rebelión de los internautas en días pasados, cuando la Ministra de Cultura dio a entender que podrían cerrarse algunas páginas dedicadas a la descarga ilegal de contenidos. A mí me parece que la apropiación indebida de un bien, se encuentre éste donde se encuentre, se parece más al delito de robo que al derecho a la libertad de expresión. Pero algunos han invocado este derecho -recogido en el artículo 20 de la Constitución- para justificar la descarga ilegal de contenidos.
Llego a la conclusión de que el Gobierno puede que este confuso y desorientado, puede que esté sufriendo los efectos de la mirada de una partida de tuertos, pero los ciudadanos tampoco estamos muy esclarecidos y tendemos a mezclarlo todo de una forma muy inconexa. Y al final se acaba echando la culpa a quien no deja de ser una víctima más de lo revuelto que está el mundo.