jueves, 15 de octubre de 2009

MAGDALENO GARCÍA-ALCALÁ: LAS VERDADES SENCILLAS QUE MERECIERON UNA MEDALLA DE ORO


He aquí un hombre por el que seguramente se podría meter la mano en el fuego. Uno de los pocos que yo he conocido. Un hombre forjado a sí mismo, como suele decirse a veces de otros que llegaron muy lejos en los más diversos campos, gracias al esfuerzo, al talento o a la suerte, que no deja de ser una forma de talento, como dice un amigo mío. Magdaleno García-Alcalá García, el más conocido y más querido líder obrero del Corredor del Henares, nunca pudo ir a la escuela, pero aún así supo encontrar el camino que le llevaría muy lejos, el camino que le haría conquistar el corazón de las gentes, desde sus compañeros de trabajo hasta sus compañeros de corporación municipal, pasando por sus vecinos del barrio de Reyes Católicos, en Alcalá de Henares, o sus paisanos de la toledana y vitivínicola Noblejas. Un camino que le llevó hasta La Moncloa, donde un viernes de 2002 el Consejo de Ministros acordó otorgarle la Medalla de Oro al mérito en el Trabajo, junto con otros españoles distinguidos, como Luis García Berlanga y Amparo Rivelles.
Unos centenares de personas -no todos sindicalistas, desde luego- se reunieron este pasado miércoles en la sede alcalaína de Comisiones Obreras para tributarle un homenaje, con motivo de la publicación de un libro que relata su vida azarosa, entregada a una única causa: mejorar las condiciones de vida y de trabajo de la clase proletaria. Entre esas personas estaba yo recordando una vieja anécdota que tal vez sirva para comprender en qué consiste esa cosa tan indefinible que solemos llamar carisma.
Sucedió una mañana en el tren de cercanías. Él probablemente había dejado ya de ser el Secretario General de Comisiones en Alcalá y estaba jubilado, después de más de tres décadas trabajando en lo que primero fue la Perlofil, luego la Seda de Barcelona y finalmente Poliseda. Yo iba a mi trabajo. Nos pusimos a hablar de nuestras cosas, a recordar las viejas historias compartidas, a comentar la actualidad de aquellos días. De pronto, en una de las paradas, una señora de mediana edad, al bajarse del tren, se dirigió a él y le dijo: El mundo sería un lugar mucho mejor si hubiera muchas personas como usted. Lo cuento tal como sucedió. Los dos íbamos hablando de lo mismo, estábamos de acuerdo en lo que decíamos, no había debate o discusión entre nosotros.¡Pero la señora se dirigió a él y no a mí! Habló en singular. No dijo "el mundo sería un lugar mucho mejor si hubiera muchas personas como ustedes".
La iniciativa de publicar este libro, del que ha sido autor el periodista Armando B. Ginés, fue de sus compañeros en la dirección comarcal de CC.OO. Se titula Pregunta por Magdaleno y tiene el valor de las cosas sencillas y auténticas, que se presentan tal cual son, sin artificios ni rodeos. El propio Magdaleno, luego de subrayar la emoción que le producía el homenaje, lo dejó dicho: Estoy contento con lo que soy, nunca quise ser otra cosa, he sido y voy a seguir siendo un defensor de la clase obrera, un defensor de la unidad sindical con UGT; todo lo que se ha escrito en el libro lo digo como lo siento y espero que nadie se moleste.
Detrás de cada hombre inteligente hay siempre una mujer...asombrada, dice el chiste conocido. Pero la vida de Magdaleno, al que la represión franquista dejó huérfano cuando apenas era un niño de teta, admite pocos chistes. Sí es cierto, sin embargo, que su vida de sindicalista no habría sido posible sin el sacrificio callado de Benita, su mujer, que confiesa en las páginas finales de este relato autobiográfico haberse sentido muy sola muchas veces. Magdaleno y Benita forman una pareja a la vieja usanza: él salió a la calle para pelear bravamente por el sustento familiar y ella lo administró con mano de hierro. Benita ha sido el último interlocutor "patronal" al que se ha enfrentado nuestro hombre, según cuenta ella misma. El resultado de la negociación, como en todo buen convenio, ha dejado contentas a las dos partes: Se ha elevado a 170 euros la asignación mensual de la que dispone el sindicalista para sus gastos personales, la gasolina del coche y las chucherías de los nietos. El resto de la pensión se destina a los gastos generales de la casa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Excelentísimo señor Magdaleno García-Alcalá García, felicidades, y que sus correligionarios tomen buena nota de lo que según Santiago, que no lo dudo, debe ser un buen hombre y un buen sindicalista.

Afortunadamente, mujeres y hombres buenos de esa generación ha habido y hay muchísimos a los que jamás se les concederá medalla alguna.