Lo que hizo Rosa Aguilar la semana pasada, de la mano de su amigo José Antonio Griñán, es lo mismo que están haciendo más de cuatro millones de españoles según la última Encuesta de Población Activa: buscarse la vida, encontrar un empleo estable, acorde con sus capacidades y, a ser posible, bien retribuido. Las estadísticas y los expertos en el tema aseguran que la inmensa mayor parte de los nuevos empleos que encuentra la gente se deben a sus amistades o contactos personales.
No creo que debamos ser demasiado duros con la ex-alcaldesa de Córdoba en vista de que su futuro profesional -la política, queridos lectores de ZD, es de todos, pero principalmente de los que se dedican a ella profesionalmente-era más que incierto. En los perfiles biográficos que ha publicado la prensa con motivo de su marcha precipitada se ha escrito que Rosa, la que alguna vez fue gran esperanza blanca de Izquierda Unida, se había limitado a coger el último tren. Porque su futuro dentro de IU no era otro que pasar a la militancia de base o crear su propia formación para competir con sus antiguos compañeros o disputarles la alcaldía encabezando la candidatura del PSOE. En IU ya no pensaban contar con ella y aun cuando la hubieran presentado de nuevo en las municipales de 2011 es muy posible que el resultado hubiera sido la derrota. Así que seguramente ha hecho lo mejor que podía hacer: poner un poco de tierra por medio.
El Coordinador General de la coalición, Cayo Lara, intentó poner al mal tiempo buena cara y aseguró que "si Rosa se va, ya vendrán otras mil rosas y claveles". Posiblemente Lara tenía en su cabeza, cuando dijo eso, la Revolución de los Claveles, de la que se estaban cumpliendo 35 años por las mismas fechas en que Aguilar le enviaba un mensaje de móvil para decirle adiós. Puede que Rosa, que tenía 17 años cuando aquel grupo de militares portugueses se puso en marcha a los sones de "Grandola Vila Morena", creyera alguna vez en la revolución, en la posibilidad cierta de acabar con la explotación del hombre por el hombre. ¿Pero qué podía hacer ahora en un sitio donde hay gente que dice que hay que romper el pacto constitucional del 77 y que la prioridad debe ser la lucha por la III República? El camino que ha elegido es el mismo que eligieron tantos desde aquel alegre y fatídico 15 de Junio. ¿Por qué se lo íbamos a reprochar si, puestos en su lugar, a lo mejor habríamos hecho lo mismo?
La existencia de una izquierda a la izquierda del PSOE es una necesidad objetiva, según la empecinada opinión que algunos sostenemos. El público en general, sin embargo, no ve esa necesidad por ningún lado. Y, para cerrar el círculo vicioso, no acaba de tomar cuerpo el sujeto colectivo que pudiera encarnar los principios, valores y objetivos de esa izquierda necesaria.
Rescate, bancos, fortunas y calcetines
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