miércoles, 29 de abril de 2009

SOBRE ROSAS, EPAS Y CLAVELES

Lo que hizo Rosa Aguilar la semana pasada, de la mano de su amigo José Antonio Griñán, es lo mismo que están haciendo más de cuatro millones de españoles según la última Encuesta de Población Activa: buscarse la vida, encontrar un empleo estable, acorde con sus capacidades y, a ser posible, bien retribuido. Las estadísticas y los expertos en el tema aseguran que la inmensa mayor parte de los nuevos empleos que encuentra la gente se deben a sus amistades o contactos personales.
No creo que debamos ser demasiado duros con la ex-alcaldesa de Córdoba en vista de que su futuro profesional -la política, queridos lectores de ZD, es de todos, pero principalmente de los que se dedican a ella profesionalmente-era más que incierto. En los perfiles biográficos que ha publicado la prensa con motivo de su marcha precipitada se ha escrito que Rosa, la que alguna vez fue gran esperanza blanca de Izquierda Unida, se había limitado a coger el último tren. Porque su futuro dentro de IU no era otro que pasar a la militancia de base o crear su propia formación para competir con sus antiguos compañeros o disputarles la alcaldía encabezando la candidatura del PSOE. En IU ya no pensaban contar con ella y aun cuando la hubieran presentado de nuevo en las municipales de 2011 es muy posible que el resultado hubiera sido la derrota. Así que seguramente ha hecho lo mejor que podía hacer: poner un poco de tierra por medio.
El Coordinador General de la coalición, Cayo Lara, intentó poner al mal tiempo buena cara y aseguró que "si Rosa se va, ya vendrán otras mil rosas y claveles". Posiblemente Lara tenía en su cabeza, cuando dijo eso, la Revolución de los Claveles, de la que se estaban cumpliendo 35 años por las mismas fechas en que Aguilar le enviaba un mensaje de móvil para decirle adiós. Puede que Rosa, que tenía 17 años cuando aquel grupo de militares portugueses se puso en marcha a los sones de "Grandola Vila Morena", creyera alguna vez en la revolución, en la posibilidad cierta de acabar con la explotación del hombre por el hombre. ¿Pero qué podía hacer ahora en un sitio donde hay gente que dice que hay que romper el pacto constitucional del 77 y que la prioridad debe ser la lucha por la III República? El camino que ha elegido es el mismo que eligieron tantos desde aquel alegre y fatídico 15 de Junio. ¿Por qué se lo íbamos a reprochar si, puestos en su lugar, a lo mejor habríamos hecho lo mismo?
La existencia de una izquierda a la izquierda del PSOE es una necesidad objetiva, según la empecinada opinión que algunos sostenemos. El público en general, sin embargo, no ve esa necesidad por ningún lado. Y, para cerrar el círculo vicioso, no acaba de tomar cuerpo el sujeto colectivo que pudiera encarnar los principios, valores y objetivos de esa izquierda necesaria.

martes, 21 de abril de 2009

LAS PENSIONES Y EL FUTURO: BUSCANDO A LA MADRE DEL CORDERO

En nuestra entrada anterior quizá debimos incluir, para ser ecuánimes, un comentario sobre un tipo de fondo de pensiones privado que los trabajadores sí deben suscribir con decidido entusiasmo. Nos estamos refiriendo a los llamados "fondos de empleo", que son aquellos que promueve una empresa para sus empleados y que constituyen una forma de salario diferido. Los fondos de empleo sufren también el efecto "corralito", pero presentan dos ventajas decisivas sobre los fondos privados que promueven las entidades financieras. En primer lugar, la empresa promotora hace aportaciones que el trabajador perderá si no se apunta; y en segundo lugar, las comisiones de gestión y depósito pueden ser hasta diez veces inferiores a las que aplican las entidades gestoras a los fondos privados. Por ejemplo,es un caso frecuente que las empresas aporten hasta un 5 por ciento o más del salario base del trabajador; y la comisión anual de gestión puede estar en torno al 0,3 por ciento.
Una vez dicho lo anterior, hablemos de las pensiones públicas y de su garantía futura tratando de ajustarnos al enunciado que encabeza estas líneas. ¿Dónde está la madre del cordero? Se habla mucho del descenso de cotizantes, del crecimiento del número de pensionistas, de la pirámide invertida de población, del envejecimiento progresivo, del déficit futuro de la Seguridad Social, etc. Pero, en mi opinión, la clave no está en esos factores, sino en la productividad general del sistema económico. Hace 35 años, cuando ya acariciábamos con las yemas de los dedos la ansiada democracia, había en España 13,5 millones de cotizantes a la Seguridad Social y tan sólo 1,5 millones de pensionistas. Es decir, tocábamos a un pensionista por cada nueve cotizantes y aún así las pensiones de entonces, en términos de poder adquisitivo real, eran peores que las de hoy en día, a pesar de que ahora tenemos un pensionista por cada 2,5 cotizantes.
Trasladémonos por un momento a la isla de Utopía e imaginemos que fuéramos capaces de crear un sistema productivo tan avanzado y tan tecnificado que un sólo ciudadano -al que le tocase cada mañana por turno riguroso- fuera capaz de poner en marcha todo el sistema con sólo darle a un botón al levantarse. No sólo habríamos dejado muy atrás la propuesta marxista de 8 horas para el trabajo, 8 para el descanso y otras 8 para el ocio y la cultura: habríamos escapado a la maldición bíblica según la cual no nos queda otro remedio que ganar el pan con el sudor de la frente. En Utopía el trabajo humano sería tan productivo que un sólo trabajador, con una jornada laboral de un segundo, sería capaz de generar riqueza no sólo para todos los pensionistas, sino para toda la población.
La madre del cordero está también, con vistas al futuro, en la respuesta que demos a una pregunta de orden moral y no económico: ¿estamos de acuerdo en que una sociedad como la nuestra debe dedicar una porción de su riqueza -la que sea- a garantizar una vejez digna a sus mayores? En estos momentos España dedica alrededor del 10 por ciento de su PIB a ese menester. No veo razón alguna para que esa porción, que incluso podría ser un poco mayor, no siga dedicándose a lo mismo por tiempo indefinido. Si además conseguimos avanzar en la dirección de Utopía, es decir, conseguimos que, gracias a los aumentos de productividad, la riqueza real que representa esa porción aumente, la conclusión se impone por sí misma: dentro de otros 35 años las pensiones serán mejores que las de ahora en términos reales de poder adquisitivo, con independencia del número de cotizantes y del número de perceptores. Podría suceder, en efecto, que un rayo nos matase por el camino. Un rayo en forma de Gran Depresión o catástrofe global imprevisible, pero en ese caso los lectores de ZD estarán de acuerdo en que el debate actual sobre las pensiones carecería de sentido, porque de lo que se trataría entonces es de ver cómo sobrevive la humanidad toda y no sólo cómo sobreviven las modestas pensiones de los ciudadanos de Iberia.
Otra cosa distinta es cómo recauda el Estado esa porción del 10 ó 12 por ciento que se dedica a los que alcanzaron la edad de retiro. Ahora se recauda mediante cotizaciones ( que no dejan de ser un impuesto sobre el empleo), pero en el futuro podría financiarse, al menos en parte, con cargo a los impuestos generales. Esto mismo es lo que ya sucede con el desempleo: los trabajadores y las empresas cotizan para prevenir las situaciones de paro, pero cuando el número de desempleados aumenta mucho las cotizaciones no son suficientes para atender todos los derechos que se han generado y las prestaciones acaban teniendo un impacto importante en el déficit público.
La diferencia entre el gasto en pensiones y el que se destina a la cobertura de los parados es que éste último tiende a ser temporal, aunque se prolongue más o menos en el tiempo, mientras que el gasto en pensiones tiende a ser permanente. Por eso es de gran importancia que se estudien y se hagan de cuando en cuando pequeños ajustes para evitar que el gasto en pensiones se desboque: para eso se creó el Pacto de Toledo. Cada una de esas reformas tiene que estudiarse con calma y por eso me parecen justificadas las acusaciones de superficialidad que se han lanzado desde el Gobierno contra el Gobernador del Banco de España. No es de recibo que un señor que es consciente de las repercusiones que tendrán sus palabras se presente en el Parlamento y proponga sin más ni más el retraso en la edad de jubilación. Tampoco es de recibo el miedo que se intenta sembrar con el argumento un poco pedestre de que X cotizantes no podrán sostener a Y pensionistas. La clave está en otro sitió: está en la riqueza real que tengamos para repartir y en la voluntad que tengamos de proceder a su reparto. El refranero castellano es taxativo al respecto: donde no hay harina, todo es mohína.

sábado, 18 de abril de 2009

LAS PENSIONES Y EL FUTURO: VOLVERÁN LAS OSCURAS GOLONDRINAS...

No tienen absolutamente nada que ver una cosa con la otra, pero esta reciente polémica primaveral acerca de las pensiones a mí me recuerda la de taurinos y antitaurinos que veíamos años atrás en los papeles cada vez que llegaba la temporada. Las huestes del ejército contrario al sistema público de pensiones, con el señor Gobernador del Banco de España muy puesto en su papel de ariete, han vuelto a la carga aprovechando esta vez la excusa de la crisis económica, el aumento del paro y el descenso de cotizantes.
Como ferviente partidario del sistema público que soy, quisiera propinar a los contrarios la estocada dialéctica definitiva. No creo que pueda conseguirlo, así que me conformaré con el intento de citar, parar, templar y mandar con cierto arte, confiando en que no me pase lo que al gran Manolete en Linares. Contaré primero un ejemplo práctico -que es mi caso y el de muchos cientos de miles de ciudadanos- para que se tenga una idea clara de qué es lo que está pasando con los fondos privados de pensiones, que es el camino alternativo que nos proponen las empecinadas filas del ejército neoliberal. Y como habría dicho FG (Felipe González), en el frontispicio de mi declaración dejaré establecido lo que me propongo demostrar: abrir un fondo de pensiones privado es uno de los negocios más ruinosos que hoy puede emprender un ciudadano de la piel de toro.
En el año 2000 la entidad financiera que me prestó el dinero para la casa, me exigió también -presuntamente a cambio de una hipoteca más favorable-abrir un fondo de pensiones. Lo hice y durante un tiempo llevé a cabo aportaciones mensuales: 35 euros para cumplir con el paripé, puesto que no creo ni creeré nunca en ese envenenado producto. Pues bien, acabo de recibir un extracto en el que se me informa de que hice un total de 1385 euros de aportaciones y he obtenido unos rendimientos de 81 euros. ¡En 9 años 81 euros de rendimientos! Eso viene a ser una rentabilidad acumulada del 5,85 por ciento, que si la expresamos en TAE (Tasa Anual Equivalente) apenas supera el 0,5. Colocando ese mismo dinero en depósitos bancarios o en deuda pública habría obtenido una rentabilidad al menos seis veces superior.
La miserable rentabilidad ofrecida por el fondo de pensiones que me obligaron a suscribir habría sido la misma si mis aportaciones hubieran sido cien veces mayores, con el resultado de que la ruina para mí habría sido cien veces mayor que la sufrida. Este es, queridos lectores de ZD, el panorama que ofrece la tierra prometida a donde desearían llevarnos los profetas de la catástrofe. El fondo del que hablo invierte un 70 por ciento en renta fija y un 30 por ciento en renta variable. Los fondos de renta fija pura no están en general mucho mejor que el mío, porque la rentabilidad anual se la "comen" las comisiones de gestión que aplican las entidades que los manejan. Y los de renta variable pura están todavía peor: en lo que técnicamente se llama "rentabilidad negativa", o sea, pérdidas; y pérdidas quiere decir que el valor actual del dinero acumulado es inferior a la suma de las aportaciones hechas a lo largo de un período determinado.
Al panorama descrito hay que añadir todavía un par de cosas. En primer lugar, que el dinero aportado a un fondo de pensiones está preso en el "corralito", como dirían los argentinos: no se puede retirar hasta que el titular cumple la edad legal de jubilación, salvo caso de muerte, enfermedad grave o paro prolongado. Y en segundo lugar, que las proclamadas ventajas fiscales son mucho menos atractivas de lo que se quiere hacer ver: es cierto que cada año uno puede deducir de la base imponible, con ciertos límites, las aportaciones que ha hecho; pero no es menos cierto que al final, cuando uno quiere "disfrutar" los resultados de su esfuerzo ahorrador, hay que ajustar cuentas con Hacienda. Y no es menos cierto que antes (hasta el 31 de diciembre de 2006) había una reducción del 40 por ciento sobre el patrimonio total acumulado, reducción que fue suprimida en la reforma impulsada por Pedro Solbes durante la primera legislatura de ZP.
Claro que en esto que de los fondos de pensiones privados, como en la granja de Orwell, hay unos que son más iguales que otros. Campea también por la España de las autonomías otro FG (en este caso Francisco González, presidente del BBVA) a quien su banco -por orden del propio FG, con el visto bueno de los consejeros que él mismo ha nombrado- le tiene hechas aportaciones a un fondo de pensiones privado por valor de unos 70 millones de euros. El señor FG es para mí el paradigma de los sueldos escandalosos que se adjudican a sí mismos los altos directivos de las empresas, pero el señor Gobernador del Banco de España nunca tiene nada que decir sobre esta cuestión en sus comparecencias públicas. El consejo del BBVA o el consejo de alguna otra gran empresa están dentro de los destinos posibles del señor Gobernador cuando abandone su puesto actual. No necesitamos ser profetas ni de la catástrofe ni de la buena nueva para saber que está descartada la posibilidad de que MAFO, con el ánimo de dar ejemplo, decida subirse a un andamio para colocar ladrillos hasta la edad de 67 años.

lunes, 13 de abril de 2009

AL FINAL DEL CAMINO: UNA PROPUESTA TURÍSTICA ANTICRISIS

La Semana Santa nos ha traído algunas noticias de gran calado, como esa remodelación del Gobierno que se antoja un tanto atolondrada y caprichosa; desencadenada, al parecer, por las filtraciones periodísticas, que se produjeron cuando el "guiso" estaba todavía a medio cocer. En un tono mucho menor, nos ha traído también el estreno de la película Al final del camino, en la que Malena Alterio y Fernando Tejero lucen sus habilidades para la comedia. La remodelación, según ha dicho hoy la Vicepresidenta Primera con unas palabras bastante cursis, trata de insuflar nuevas energías al Gobierno para seguir sin vacilación el rumbo trazado por ZP. La película dirigida por Roberto Santiago parece pensada para poner de moda ese rumbo siempre hacia el oeste que siguen los peregrinos a la capital compostelana.
Soy un amante de la Ruta Jacobea, no por razones religiosas, sino por motivos históricos, culturales, paisajísticos y turísticos. Recorrer a pie los casi 750 kilómetros que separan Roncesvalles de Santiago me parece que es una de las opciones más atractivas que puede ofrecer España en eso que suele llamarse "turismo cultural" o "turismo activo". Naturalmente, puede hacerse también en coche o en transporte público; y los monumentos que uno visitará y los "homenajes" gastronómicos que se dará son los mismos, pero el espíritu de esta gigantesca herencia cultural que nos ha llegado desde la Edad Media exige, creo yo, el recurso al modo tradicional. Hacerlo a pie o en bicicleta es obligatorio, además, para quienes emprenden la aventura por motivos religiosos.
Pasé la Semana Santa en el Camino y debo decir que la película de Santiago puede servir para echarse unas risas con las andanzas de estos personajes estrafalarios, pero no hace justicia a lo que uno puede ver mezclándose con quienes se pegan el madrugón para llegar temprano al siguiente albergue. Claro que sin un poco de exageración y un mucho de imaginación y distorsión no hay humor posible. Todos los personajes resultan chirriantes en sus vestimentas, sus diálogos y actitudes, pero quizá los que más sean esa pareja de "ligones de playa" que nos hacen recordar las historias de suecas liberales y españoles hambrientos de hace cuarenta años. Pero la historia, en su conjunto, se deja ver, aunque no dejará ninguna huella imborrable ni en los espectadores ni en la trayectoria del cine español.
El Camino, por otra parte, no necesita ninguna promoción publicitaria para estar cada día más vivo, si bien algunos municipios por los que pasa lo tienen un tanto abandonado y no hacen nada para facilitarles la experiencia a los aguerridos caminantes. Miles de personas, muchas de ellas extranjeras, lo recorren cada año. Como decía al comienzo, es una oferta turística al alcance de todos los bolsillos, inmune a los efectos de la crisis. Se puede encontrar alojamiento por 5 euros la noche, aunque, eso sí, habrá que aceptar un régimen decididamente "cuartelero". Si se opta por algo más "humano", no hay problema para encontrar buenos hostales por 50 euros o menos la habitación doble. Algunas guías -al menos las que yo he consultado- describen etapas imposibles de 40 ó 50 kilómetros diarios. Pero el secreto consiste en tomarse el asunto con calma: no se trata de llegar el primero ni tampoco de hacer penitencia, se trata de disfrutar de la vida al tiempo que se hace un poco de ejercicio. Hay que ajustar las etapas a las capacidades físicas de cada uno y así se verá cuán acertada es la metáfora que nos presenta la peregrinación como un trasunto de la vida misma: pueden acometerla tanto los que están al comienzo como al final del camino. En la imagen, el autor de ZD encaramado al mojón de piedras que corona la sierra de Atapuerca.

jueves, 2 de abril de 2009

EL LEGADO SOLIDARIO: UNA OPCIÓN POSIBLE PARA LOS QUE NO SEPAN QUÉ HACER CON SU HERENCIA


Pocos espectáculos tan penosos como el de ver a unos herederos peleándose por el reparto de los bienes del muerto. Espectáculo que a veces se da con el cadáver aún caliente y que a buen seguro haría cambiar muchas decisiones si los finados pudieran ver lo que han dejado atrás. Ni siquiera la decisión de hacer testamento puede garantizarle a uno que las rencillas no estallarán violentamente entre los aspirantes al reparto. Quizás sólo los pobres de solemnidad pueden morir con la más absoluta tranquilidad, sabiendo que nadie peleará obscenamente por un pedazo de su herencia. Pero las herencias están ahí, la ley establece unos mecanismos muy precisos para su reparto y nadie quiere quedarse al margen de ese maná caído del cielo, ni siquiera las ONG, que como todo el mundo sabe, carecen por completo de ánimo de lucro.
Desde hace algunos días veo por las calles grandes cartelones publicitarios invitando a los viandantes a efectuar un Legado Solidario con cargo al tercio de de su herencia del que pueden disponer libremente (los otros dos tercios son la "legítima" y el llamado "tercio de mejora", del que tampoco se puede disponer libremente). Entre las organizaciones no gubernamentales que se han concertado para lanzar esta campaña hay algunas tan conocidas y de tanta tradición como UNICEF, Amnistía Internacional, Acción contra el hambre, Intermón Oxfán, Medicus Mundi y Ayuda en Acción. Quienes puedan sentirse interesados, concernidos o intrigados pueden ampliar la información en esta página de Internet: http://www.legadosolidario.org/
En el portal de inicio de esa página web se van a encontrar con un texto cuyos redactores tienen una educación sentimental musicada por The Beattles y que dice lo siguiente:

Imagina poder extender tu solidaridad a las próximas generaciones. Imagina contribuir a un mundo en el que cada vez más niños crezcan sanos sintiéndose seguros en su entorno, puedan ir a la escuela y tengan una oportunidad al hacerse mayores.
Un mundo en el que sea más factible acabar con el hambre y la pobreza y donde el desarrollo sostenible asegure los recursos para todos.
Un mundo en el que se respeten los derechos humanos. Donde la atención sanitaria llegue a todos los rincones y se destinen más medios para erradicar enfermedades como la malaria, la tuberculosis y el SIDA.
Un mundo repleto de bosques, de mares vivos, que se mueva con energías limpias y donde el clima sea predecible.
Haz testamento e incluye un legado solidario. Así, sin perjudicar los derechos de tus herederos, contribuirás además a dejar un mundo mejor.

Creo que todos nos apuntaríamos a ese mundo al que sólo le faltan las huríes bañándose en ríos de leche y miel. Ojalá fuera posible construirlo a base de legados solidarios, pero esta es una alternativa posible para quienes -dejándonos llevar sin duda por un cierto ramalazo nihilista- pensamos que lo mejor es "pulirlo" todo a conciencia, hasta quedar casi desnudos, como los hijos de la mar, según proclamaba el gran Antonio Machado, de cuya muerte se han cumplido este invierno setenta años. En la foto podéis ver uno de los cartelones publicitarios contratados por las ONG que participan en la campaña.