jueves, 26 de febrero de 2009

POEMAS DE AMOR EN EL CORRAL DE COMEDIAS: JOSÉ MORILLA PRESENTÓ SU "TEMPESTAD EN LA BAHÍA"

"Este es un acto de amistad", decía el autor para agradecer la presencia del público que llenaba el mejor espacio escénico de Alcalá de Henares, y para agradecer también la participación de los tres poetas -Luis de Blas, Francisco Peña y Emilio Sola- que habían aceptado su invitación para actuar como oficiantes de la velada literaria. Y los asistentes estábamos entre asombrados y agradecidos por el regalo de bella y delicada factura que habíamos recibido a la entrada: los versos a corazón abierto de José Morilla Critz, Catedrático de Historia e Instituciones económicas, Decano de la Facultad de Económicas de Alcalá desde hace muchos años.
De la sorpresa de muchos, incluido el autor de esta bitácora, se hacía eco con ironía Emilio Sola, quien dijo haber temido "una oda al Producto Interior Bruto" cuando le llegó la invitación para participar en la presentación de un libro escrito por un autor que hasta el presente sólo había destacado por la publicación de ensayos sobre su especialidad. Hay que reconocer, sin embargo, que no son nada infrecuentes las incursiones literarias de personas cuya actividad profesional se desarrolla en territorios no sólo lejanos, sino vedados a las ensoñaciones poéticas.
Los territorios donde José Morilla ha ido creando su visión poética del amor -y del dolor, la soledad y la desorientación que siguen a su pérdida- han sido su Granada natal -paisano de García Lorca, nada menos-, Alcalá de Henares, Washington y San Francisco. Ya en el prólogo nos dice el autor que en la bahía de la ciudad californiana "quedan, prendidos en sus puentes, en sus amaneceres y atardeceres, la mayor parte de los secretos de los poemas". He aquí los versos del poema titulado San Francisco:
Si el paraíso existiese/estaría aquí/cuando tu, conmigo/miramos ese cielo cálido,/viejo amigo perdido con el que aquí me he encontrado.
Si el paraíso existiese/ estaría aquí,/pero esperándote,/para llenar de olores a flor/este mar soñado en la ilusión de los niños.
Si el paraíso existiese/estaría aquí,/ esperando ese viento,/que acaricia mi cara hoy,/a besar tus cabellos, y tus ojos, y tus mejillas.
Si el paraíso existiese/estaría aquí,/pero se marchitarían sus hojas,/se secarían sus veneros y se helarían sus lagos,/cuando todos los olores desaparecieran con tu ausencia.

Confiesa también el autor en el prólogo que la fuente de inspiración, más allá de los espacios físicos ya citados, han sido las mujeres que dejaron honda huella en su alma, sobre todo su hija Irene y Estrella Casero, el gran amor de su vida. A ellas dos está dedicado el libro, que se cierra con estos versos en que se abrazan amor y erotismo:
Quisiera haber puesto un tallo de trigo verde en tu boca/tumbarte en el lecho del trigal/viendo al caer tu cuerpo en la tierra blanda/el suave y evadido abismo del tiempo,/el que se quedó allí/entre los trigales revueltos por las tormentas de primavera.
Han caído muchos inviernos desde aquel entonces/pero todos están en un puño cerrado/duro, quieto/esperando como las murallas de Jericó/que de nuevo el sonido de mi corazón/ haga saltar, como cristal, los dedos/y la nieve se disuelva en el viento/que meza de nuevo los trigales verdes.
Como decíamos al principio, el libro, en el que el propio Morilla ha actuado como editor, tiene una muy cuidada presentación, en la que destacan junto a los versos, los dibujos que ha preparado para su amigo el artista alcalaíno Modesto Quijada. No sabemos si tendrá mucha presencia en las librerías, pero quienes se sientan interesados pueden contactar fácilmente con el autor a través de la Facultad de Económicas de la Universidad de Alcalá. Un autor que aseguraba, al final de la velada, que "la naturaleza y la amistad son las dos cosas que nos permiten vivir". Su propio libro demuestra que se le olvidó citar al amor entre las cosas del equipaje imprescindible. En la fotografía de la derecha, José Morilla firma ejemplares de su libro.

martes, 24 de febrero de 2009

FERNÁNDEZ BERMEJO DEMOSTRÓ VERGÜENZA TORERA

Cinco días antes había dicho en el Congreso que no dimitía porque tenía que trabajar por este país, pero alguien -o quizá él mismo- le ha hecho ver que su situación era insostenible. La caza, debidamente organizada, es imprescindible para el equilibrio ecológico. Pero esas escenas en las que se dejó atrapar junto con el juez Garzón nos retrotraen a los tiempos del Franquismo, en los que los grandes negocios y las grandes fortunas políticas se labraban en las cacerías. Para colmo, se convirtió en cazador furtivo, al olvidarse de cuál es el país por el que decía trabajar: un país en el que un cazador necesita sacarse 17 licencias. Su sucesor en el cargo, Francisco Caamaño, dice ser un federalista convencido y explicar por el ancho mundo que España es un país federal. Si ser federalista, querido Caamaño, significa necesitar 17 licencias para cada cosa, entonces yo me reafirmo en mi jacobinismo centralista y digo que el Estado de las Autonomías va camino de ser un insulto a la razón.
Pero un Ministro de Justicia no puede ignorar en qué país vive ni cómo son los jueces de ese país ni estar entrando cada día a todos los trapos. Pero Mariano Fernández Bermejo, aficionado a la música rockera, a la poesía y a la caza mayor, es un tipo correoso forjado en mil peleas. Ese carácter pendenciero fue acogido con entusiasmo en la bancada socialista, deseosa de encontrar a alguien que acompañara a Magdalena Álvarez en la tarea de dar caña sin tregua ni cuartel a la bancada de enfrente. Al poco de su nombramiento, los periodistas le preguntamos en los pasillos de la Cámara Baja por las dificultades para hacer el Pacto por la Justicia con los representantes del PP. "Les vamos a hacer una oferta que no podrán rechazar", fue la asombrosa respuesta de Fernández Bermejo. Y digo asombrosa porque esa era la frase favorita de Vito Corleone cada vez que encargaba un recado a uno de sus matones en la inolvidable película de Francis Ford Coppola. Nunca pude averiguar si había visto El Padrino y si era consciente de las connotaciones que una frase como esa podía tener.
Fernández Bermejo ha tenido el coraje y la dignidad de presentar la dimisión y eso le honra en un país donde las dimisiones de altos cargos no son moneda corriente. Al hacerlo, libera a Rodríguez Zapatero de un peso muerto y coloca a los del PP, y sobre todo a Federico Trillo, frente al espejo. Porque uno de los grandes misterios del momento actual es de dónde saca Trillo el hormigón armado necesario para tener la cara de criticar a los demás desde su escaño teniendo como tiene en su armario el cadáver de la desastrosa gestión que hizo cuando el accidente del Yakolev 42.

QUEREMOS JUSTICIA, NO VENGANZA
Mientras en el Palacio de la Zarzuela y la sede del Ministerio de Justicia se cumplían los trámites para el relevo, en el Palacio de la Moncloa el Presidente del Gobierno recibía a los padres de Marta del Castillo, la joven vilmente asesinada en Sevilla. Hay que comprender y compartir el dolor de las personas que son víctimas de un suceso como éste, pero no por eso debemos darles la razón en peticiones que resultan desaforadas. Y pedir la cadena perpetua no sólo es desaforado, sino que va en contra del sentido mismo de la civilización. Quizá Rodríguez Zapatero, que en algún momento ha ejercido como profesor de Derecho Constitucional, haya podido explicárselo a los padres de Marta, por mucho que ellos (comprensiblemente) quisieran ver a los culpables viviendo un infierno cada día de sus vidas.
Ni la pena de muerte ni la cadena perpetua nos librarán nunca de crímenes horrendos, y la prueba palpable son los Estados Unidos de América, donde el índice de criminalidad por habitante es muy superior al que sufrimos en España. Como decía EL PAÍS en su editorial del lunes, "el sistema penal no puede quedar a merced de los desbordamientos emocionales provocados por un asesinato y amplificados por medios de comunicación poco escrupulosos. Y las instituciones y los responsables políticos deben resistir la tentación de lanzarse también a esas aguas con la excusa de mostrar cercanía ante los problemas de los ciudadanos". Legislar a golpe de titulares de prensa no es lo más recomendable para una sociedad civilizada, legislar en caliente nos devolvería al ojo por ojo y diente por diente.

domingo, 22 de febrero de 2009

EL JARAMA 72 AÑOS DESPUÉS

There`s a valley in Spain called Jarama. Así comienza el hermoso poema escrito por uno de los veteranos del Batallón Lincoln para recordar la gesta de los combatientes de las Brigadas Internacionales en una de las batallas más cruentas de la Guerra Civil española. Esos versos, cantados al son de una de las más populares músicas del folklore americano, resonaron de nuevo en la mañana del sábado día 21 al pie del monumento erigido por el escultor Martín Chirino en una de las colinas que fueron escenario de aquellos sangrientos combates. Varios cientos de personas se habían dado cita allí para llevar a cabo la II Marcha en memoria de la Batalla del Jarama, de la que en este mes de febrero se han cumplido 72 años.
Este monumento a las Brigadas Internacionales se alza junto a la carretera M-302, unos cuatro kilómetros al oeste de Morata de Tajuña. Visto desde lejos, y según la perspectiva que se elija, parece un puño en alto, el saludo tradicional de los comunistas, pero en realidad son dos manos, una sobre otra, que parecen transmitirnos una actitud pensativa, como de recogimiento. Podrían ser las dos manos de alguien que está rezando. Fue inaugurado el 7 de octubre de 2006 y desde su base se domina un amplio paisaje de monte bajo, olivares y viñas. Avanzando unos 500 metros hacia el oeste, se llega a otra elevación en la que un sencillo mojón de piedras señala el lugar donde el poeta irlandés Charlie Donnelly cayó herido mortalmente. Los participantes en la marcha escucharon aquí la lectura de un poema de Donnelly titulado "La tolerancia de los cuervos".
Otro poco más hacia el oeste, junto a la cañada Galiana, está el cerro del Suicidio, cuyo nombre lo dice todo. Desde aquí se divisan, en la lejanía, los esbeltos rascacielos que le han dado un aire neoyorquino a la zona norte de la capital de España. Pero más cercanos, como emergiendo de las brumas del río, pueden verse los altos cortados junto a los que discurre el Jarama en su travesía del Parque Regional del Sureste. Menos de cien kilómetros río arriba, en los confines de las provincias de Madrid y Guadalajara, están los paisajes casi paradisíacos de los que hablábamos aquí hace algún tiempo como escenario ideal para iniciarse en los placeres del senderismo.
Estas lomas de intenso olor a romero y tomillo, donde las abejas se disponen para una intensa tarea primaveral, estos olivares bien cuidados, estas viñas plantadas y podadas según los más avanzados criterios de la productividad, fueron hace 72 años un infierno de fuego y muerte. Las tropas sublevadas trataban de cerrar la pinza sobre el Madrid republicano y las fuerzas de la XV Brigada lograron impedirlo. Es un capítulo de nuestra historia y los caminantes de este sábado pasado, bastante jóvenes la mayoría, pensaban que vale la pena recordarlo.

lunes, 16 de febrero de 2009

HUGO CHÁVEZ Y LA ERÓTICA DEL PODER

En los comienzos de la época democrática se habló mucho en España de la erótica del poder. Una atracción fatal que operaba al menos en dos sentidos: de un lado, tentaba con sus cantos de sirena a los políticos en busca de un sillón confortable y conservable; y de otro, multiplicaba el atractivo de los poderosos para los representantes del otro sexo. Ahora llevamos años sin oir esa expresión, pero el ejercicio del poder sigue siendo, según todos los indicios, como una droga de cuyos efectos adictivos nadie consigue escapar.
Según hemos podido saber en estos días, el intrépido Nicolás Sarkozy le preguntó a bocajarro a Carla Bruni si estaría dispuesta a besarlo en la boca en ese mismo instante. Nicolás y Carla acababan de conocerse gracias a los buenos oficios de un amigo del Presidente de la República francesa. La cantante y modelo italiana no pudo resistirse a la invitación y, lógicamente, debemos suponer que fue la erótica del poder lo que la sedujo. También es posible que influyeran el verbo apasionado, los ojos ardientes, el peinado retro y las alzas no muy discretas que "Sarko" coloca bajo el tacón de sus zapatos. Pero sin duda lo primero y principal fue el poder y nada más que el poder, mientras el resto de aderezos quedaban en un segundo plano.
A muchos miles de kilómetros de Francia, en Venezuela, un caudillo iluminado, que identifica los destinos de la patria con su propio destino, acaba de obtener el sí de su pueblo para sucederse a sí mismo en la Presidencia de la República cuantas veces crea conveniente. En su caso, la atracción por el poder es de tal magnitud que hace algunos años intentó conseguirlo mediante un golpe de estado. Así que Hugo Chávez, flamante vencedor en las urnas, tiene un pasado golpista, aunque no sé si a él y a sus seguidores y consejeros les gusta que esto se recuerde en los medios de comunicación. Desde luego, lo que no soporta es que le llamen dictador, como ha tenido ocasión de comprobar el eurodiputado del PP, Luis Herrero.
Puede que Herrero exagerara un poco, o puede que tuviera un afán provocador. Pero lo cierto es que la expeditiva reacción del gobernante venezolano es uno más de los signos inquietantes que emite y que no hacen sino acentuar nuestras dudas y sospechas acerca de cuáles puedan ser sus intenciones para el futuro de la democracia en su país. Para ser considerado un gobernante demócrata hace falta algo más que haber sido elegido en las urnas. Hace falta demostrar respeto por ese conjunto de delicados equilibrios que constituyen lo que llamamos un estado de derecho. Y es evidente que algo está fallando en esos mecanismos cuando mucha gente de fuera y de dentro de Venezuela considera que el epíteto de dictador le va bien al antiguo coronel de paracaidistas.
¿Las fuerzas de seguridad expulsarían de España a un diputado venezolano que llegase proclamando que Rodríguez Zapatero es un dictador? Seguro que no, aunque no faltaría quien señalase la necesidad de buscar urgentemente un centro psiquiátrico para proporcionar atención médica a semejante personaje. De George Bush, uno de los políticos más odiados de los últimos tiempos, nadie ha osado decir tampoco que fuera un dictador.
La limitación de mandatos es una buena norma para promover la renovación de las instituciones democráticas. José María Aznar quiso imponerla en España, por la vía de la costumbre, cuando se mantuvo firme en su decisión de no optar a un tercer mandato de cuatro años. Aunque hay quienes dicen que no lo hizo por convicción o por falta de apego al poder, sino porque se vió atrapado en sus propias palabras. Al acabar con dicha limitación, lo que Chávez está haciendo es allanar el camino para perpetuarse en el poder con su discurso populista y grandilocuente. Todavía no es como su amigo Fidel Castro, que nunca jamás sometió su cargo a unas elecciones libres, pero los indicios apuntan en esa dirección. Ojalá nos equivoquemos y nunca se conviertan en realidad los temores que Chávez inspira en quienes creemos en la separación de poderes y en los derechos y libertades democráticas.

jueves, 12 de febrero de 2009

CRISIS, CORRUPCIONES, ACOSOS Y OFENSIVAS

Una de las cosas que más me ha sorprendido en los últimos días ( de acuerdo con mi incorregible tendencia a irme por las ramas) son las cuatro páginas enteras más una portada que el diario EL PAÍS dedicaba a un asunto, a mi juicio, absolutamente menor: un par de estudios grafológicos. Sucedió el martes día 12 de Febrero y al encontrarme con aquello no pude por menos de preguntarme si la crisis nos está trastornando a todos un poco o un periódico que siempre ha hecho gala de objetividad y criterio independiente estaba corrompiendo los ideales periodísticos de los que oíamos hablar en la facultad.
El mismo día en que los editores de EL PAÍS se refocilaban con las conclusiones de sus expertos caligráficos habían sucedido dos hechos objetivamente mucho más noticiosos: el atentado de ETA en el Campo de las Naciones de Madrid y el asesinato en plena calle del director del Centro de Convenciones de Barcelona. Este último suceso no mereció ni veinte líneas en el periódico que dirige Javier Moreno.
Es evidente que el espionaje político ocurrido en la Comunidad de Madrid es un asunto muy grave, pero ya está en manos de los jueces y se supone que éstos darán los pasos necesarios para aclarar quién fue culpable y quién víctima de los presuntos delitos. Es decir, que no era para nada necesario que el periódico que ha destapado el caso encargara por su cuenta unos peritajes caligráficos para dedicarles nada menos que cuatro páginas enteras y una portada. A uno llega a entrarle la duda de si será verdad que EL PAÍS se ha sumado a esa campaña de acoso que los populares dicen que hay contra ellos.
Otra cosa sorprendente, y también un poco ridícula y esperpéntica, es esa foto colectiva que se han hecho los miembros de la dirección del PP para responder unidos a la presunta campaña de acoso. Demasiadas caras de entierro en la foto, como si los reunidos estuvieran lamentándose por algo que hicieron o dejaron de hacer en el pasado. Dice Soraya Sáenz de Santamaría que el Partido Popular, con sus setecientos mil militantes, es una institución de gente honorable. No hay por qué dudarlo y además podemos estar seguros de que no han urdido setecientos mil pelotazos urbanísticos. Pero hay unos cuantos personajes que se han dedicado a amasar grandes y pequeñas fortunas aprovechándose de sus tratos con el poder. Ningún partido está libre de estos arribistas corruptos, cuyas actuaciones resultan a veces tan escandalosas que a la justicia no le queda más remedio que intervenir. La política y el urbanismo salvaje -en obscena alianza- han sido la piedra filosofal para transmutar en oro los ásperos secarrales de la patria mía. Y cuando los tejemanejes salen a la luz, de nada sirve rasgarse las vestiduras y hacerse fotos de funeral, porque la corrupción está ahí y no hay manera de ocultar su hediondo olor. Hay que dejar que la justicia actúe (aunque algunos deberían administrar mejor sus filtraciones y su agenda cinegética) y no tratar de presentarse como víctima de no se sabe qué conspiración u ofensiva.
Los únicos que razonablemente pueden sentirse víctimas de una ofensiva o guerra sin cuartel son los trabajadores con empleo fijo. Los portavoces de las clases dominantes baten de nuevo sus tambores para exigir que se abarate el despido y acabar así -dicen ellos- con la abismal diferencia entre fijos y temporales. Cuando lo consigan, ellos habrán llegado a su tierra prometida y la precariedad en el empleo -que ahora afecta a uno de cada tres- habrá llegado al cien por cien de la población asalariada. Uno que ha batido el tambor con especial entusiasmo y tenacidad es el señor Gobernador del Banco de España, quien ha venido a decir que el mercado laboral funciona muy mal y cuando el despido sea gratis funcionará muy bien.
Qué gran ocasión ha perdido MAFO para quedarse calladito, porque el mismo día en que él reclamaba despidos más baratos, el BBVA daba a conocer las condiciones salariales de sus altos directivos, que caen bajo la jurisdicción de Fernández Ordóñez en tanto que supervisor de las entidades financieras. A casi cien millones de euros asciende el "blindaje" de que goza don Francisco González, Presidente de la citada entidad. Si el Consejo o la Junta de Accionistas deciden despedirlo esa es la indemnización que le tienen que pagar. Equivale a casi cinco veces su salario anual, que llega a la astronómica cifra de veinte millones de euros. Así que MAFO podría dedicarse a eliminar los "blindajes" y los sueldos del todo injustificados de los altos directivos de la banca antes de incorporarse a la ofensiva del despido gratis contra los pecheros.

viernes, 6 de febrero de 2009

Y EN ESTO LLEGÓ BOTÍN

La discusión sobre los bancos y su papel en la crisis empezaba a parecerse mucho al cuento clásico sobre las liebres, los galgos y los podencos. Para cualquier observador imparcial estaba claro que el Gobierno hacía esfuerzos desesperados por tratar de desviar la presión hacia las entidades financieras. Impresión que se vió confirmada por las torpes palabras de Miguel Sebastián acerca de los límites de la paciencia del Gobierno. Tuvieron que salir a la palestra el Vicepresidente Económico, Pedro Solbes, y el Vicesecretario General del PSOE, José Blanco, para poner las cosas en su sitio con la afirmación de que la paciencia de los socialistas es ilimitada. Pero en el aire quedó flotando la sospecha de si Sebastián y su amigo ZP no estarían poniendo en escena una nueva versión del conocido truco del policía bueno y el policía malo.
Y en estas le llegó el turno a Emilio Botín, que después del último encuentro en La Moncloa había acumulado grandes ganas de cantar las verdades del barquero en público y que no desperdició la ocasión de oro que se le presentaba con motivo de la presentación de resultados. Botín, como Presidente del primer banco español, pareció erigirse en portavoz del sector y comenzó a lanzar cifras y argumentos: "los bancos españoles no hemos cerrado el grifo de la financiación para las inversiones solventes, pero es muy difícil, casi imposible, que el crédito crezca en plena crisis económica". Luego añadió que el Santander sigue autorizando tres de cada cuatro peticiones de préstamos en un contexto en el que las solicitudes de créditos a particulares han caído un 21 por ciento y las solicitudes de hipotecas lo han hecho en un 28 por ciento. Y además lanzó este aviso para navegantes: "Flaco favor haríamos las entidades a la economía española si aumentáramos el crédito de forma irresponsable, poniendo en peligro la solvencia del sistema financiero, como ha ocurrido en otros países".
A lo mejor lo que ocurre es que estamos ante una discusión bizantina, porque el Gobierno tiene razón cuando dice que los bancos deben arrimar el hombro y éstos también tienen razón cuando dicen que ya lo están arrimando y que no hacen otra cosa que lo que han hecho siempre, es decir, prestar dinero a quien creen que puede devólverselo con los correspondientes intereses. A partir de ahí, quizá habría que buscar en otra dirección, porque no se puede culpar a los bancos españoles de la situación que padecemos, a pesar de sus elevados beneficios y de los sueldos escandalosos que se adjudican a sí mismos los grandes directivos de la banca. No olvidemos que, si la morosidad se dispara, esos beneficios pueden desaparecer casi con la misma rapidez con que ha desaparecido el superávit de las cuentas públicas.
Está claro que a los ejecutivos de la banca -y no sólo de la banca, también a los de las grandes empresas y a los titulares de las PYMES- se les debería exigir más austeridad en sus retribuciones, algo parecido a lo que ahora ha hecho Obama con los bancos americanos que recibieron ayudas públicas. Pero los principales abanderados de esa exigencia deberían ser los propios accionistas, esa masa anónima y silenciosa que acude a las Juntas a ver, oir, aplaudir y callar. Y, por otra parte, no podemos dejar de reconocer el muy distinto papel que han jugado, al menos hasta ahora, las entidades financieras españolas y sus colegas americanas. Mientras estas últimas han sido el detonante de la crisis con sus prácticas fraudulentas, las nuestras la están capeando lo mejor que pueden gracias a unos balances aparentemente saneados.
Hablábamos aquí el otro día del papel de las administraciones públicas y, singularmente de los ayuntamientos, que son los mayores morosos que hoy existen en España. ¿Por qué no se ponen al día en sus pagos a las empresas? No lo hacen porque es más barato financiarse a base de acumular deudas con los proveedores que acudiendo a los bancos para firmar operaciones de tesorería o préstamos a medio y largo plazo. Esa podría ser una de las claves para salir del atolladero. No creo que los bancos y las cajas de ahorro fueran a poner pegas para prestarles el dinero que necesitan. Lo único que ocurriría es que esa deuda encubierta que hoy tienen se convertiría en deuda oficial, por la que habría que pagar equis intereses. Las administraciones públicas estarían más endeudadas, pero al menos no incurrirían en la irresponsabilidad de estar clamando para que se de crédito a las familias y a las empresas y al mismo tiempo tener a los acreedores haciendo cola delante de las ventanillas.

miércoles, 4 de febrero de 2009

¿A OBAMA LE CRECEN LOS ENANOS?

Ya en anteriores ocasiones hemos comentado en ZD las distancias enormes entre lo que parecían prometer los excelentes discursos de Barack Obama y lo que la dura realidad acabaría por traernos. Lo que no podíamos imaginar, sin embargo, es que las decepciones y el consiguiente desgaste de su figura iban a comenzar tan pronto. Parece que en Washington, como en la bíblica Sodoma, es imposible encontrar un hombre justo, alguien con una hoja de servicios inmaculada, alguien digno de ocupar el cargo público que se le ofrece. Parece que junto a las riberas del Potomac es imposible formar un equipo de gobierno no contaminado por esas enfermedades mortales que son el tráfico de influencias y el fraude fiscal.
Primero tuvo que renunciar Bill Richardson -Gobernador de Nuevo México, a quien da gusto oir hablar en español- por un asunto relacionado con adjudicaciones a dedo a una compañía que le había ayudado en su carrera política. Después vino Timothy Geithner, el nuevo Secretario del Tesoro, equivalente a nuestro Ministro de Hacienda, que fue ratificado en el cargo a pesar de sus clamorosos "olvidos" en el pago de impuestos correspondientes al período 2001-2004. De ejercicios anteriores no sabemos nada, porque se supone que, al igual que en España, la defraudación fiscal prescribe con una celeridad que ya quisiéramos ver en otros ámbitos. Con Geithner podríamos decir que Obama, el hombre que quiere renovar la promesa del sueño americano y los ideales de los padres fundadores, ha puesto a la zorra a cuidar el corral de las gallinas.
Y los dos últimos episodios -provocadores de una intensa tormenta de editoriales contra Obama- han sido las renuncias de Tom Daschle y Nancy Killefer, ambas motivadas por el impago de impuestos o de cuotas a la Seguridad Social. Daschle era el elegido para el departamento de Salud y Killefer para la Oficina de Presupuestos de la Casa Blanca. "Quiero mandar un claro mensaje de que no voy a permitir un doble rasero, uno para el público en general y otro para los miembros de mi Administración", dijo el nuevo Presidente después de aceptar las renuncias.
La reacción de Obama ha sido la que cabía esperar, y eso le honra. También debemos reconocer el alto listón de exigencia que plantea el sistema americano antes de dar el visto bueno a un nombramiento importante. Un gran contraste con lo que ocurre en España, donde hemos tenido casos, como el de Luis Roldán o el de Jesús Gil, que se comentan por sí solos. Pero los errores están ahí, el propio Obama los ha reconocido, y suponen el comienzo prematuro del inevitable desgaste que acarrea el ejercicio del poder. Y otra cosa más grave aún: mientras el Presidente dedica esfuerzos a apagar estos conatos de incendio, no los dedica a los problemas más complejos y más acuciantes que afectan al conjunto de los ciudadanos americanos y al conjunto de la humanidad. La política, sobre todo en Norteamérica, se hace con palabras, y tanto mejor cuanto más bellas sean éstas. Pero se hace también con dinero, con mucho dinero. Y, como les oía decir yo a los mayores en la aldea remota, el dinero siempre acaba llamando al dinero.

lunes, 2 de febrero de 2009

EN BUSCA DE LA LIQUIDEZ PERDIDA

El Presidente del Gobierno se reune de nuevo este lunes con los presidentes de las principales entidades financieras. Rodríguez Zapatero, según dijo en un mitin de la precampaña gallega, quiere pedirles que arrimen el hombro con más entusiasmo en la lucha contra la crisis económica, que presten más dinero a las familias y a las pequeñas y medianas empresas y que comprendan que "no es el momento de grandes beneficios". Esas son las intenciones del Jefe del Ejecutivo (y cabría esperar que les dijera también que no es el momento de adjudicarse a sí mismos los sueldos escandalosos a que acostumbran), pero seguro que el tono de la conversación en el Palacio de la Moncloa es bien distinto del tono que tuvieron sus palabras en el mitin de Lugo, 24 horas antes de la cita que comentamos.
Si yo creyera que Rodríguez Zapatero posee una mente maquiavélica -como le acusan sus enemigos- pensaría que está buscando una cabeza de turco sobre la que desviar las iras del público. Es verdad que los bancos y cajas han cerrado el grifo, pero también es cierto que sufren un fuerte aumento de la morosidad y están obligados a evitar que esa morosidad llegue a unos límites que pongan en peligro su solvencia. Y también es verdad que los ciudadanos en general piden menos créditos porque están dejando para más adelante las compras de bienes duraderos, dada la incertidumbre reinante.
En cuanto a las PYMES, yo creo que uno de los principales problemas que afrontan -además de la tacañería de los bancos para darles crédito- es la morosidad de las administraciones públicas a la hora de pagarles los pedidos o trabajos que les encargan. Es cosa habitual que los ayuntamientos tarden dos o tres años en abonar las facturas, lo cual constituye una forma de financiarse con cargo a la cuenta del proveedor correspondiente. Muchos pequeños y medianos empresarios se niegan a trabajar con las administraciones públicas después de haber sufrido con ellas una experiencia ruinosa.
El Gobierno aprobó el año pasado un plan de 8.000 millones de euros para obras públicas de urgencia en todos los municipios de España. Quizás ahora debería pactar otro plan con los bancos para conceder préstamos a las corporaciones locales. Un plan en el que debería intervenir la Federación Española de Municipios y Provincias y que permitiera reducir a seis meses como mucho el tiempo que transcurre desde que se entrega un pedido hasta que se cobra. Ese plan incrementaría notablemente la deuda de las corporaciones, que ya están al borde de la asfixia, pero tendría al menos dos aspectos positivos: de un lado, cabe suponer que los bancos serían menos remisos a prestar, puesto que tendrían garantizado el cobro de la deuda (salvo catástrofe hoy imprevisible); y de otro, aumentaría la liquidez general en manos del público y las PYMES dejarían de actuar como prestamistas de las administraciones, que al fin y al cabo no es lo suyo.