Creo que debemos felicitar a la periodista Pilar Urbano por esas declaraciones de Doña Sofía que ha plasmado en su libro "La Reina muy de cerca". Es asombroso que haya conseguido el nihil obstat de la Zarzuela para poner negro sobre blanco todas esas opiniones y reflexiones que componen un magnífico retrato de la Reina. Es asombrosa también la polémica que se ha organizado al hacerse público ese retarto que nos presenta a una mujer de perfil conservador, que hace gala de los valores tradicionales en que se sustentan su educación moral, su bagaje cultural y su orientación política. Puede que Sofía de Grecia, próxima ya a la edad de 70 años haya querido sincerarse con sus súbditos españoles, o puede que Urbano, muy conservadora y de derechas ella misma, haya querido utilizar las opiniones de la Reina como un "argumento de autoridad" para combatir algunos aspectos de la sociedad actual que no le gustan, como el aborto, la posible legalización de la eutanasia, el matrimonio homosexual o las leyes de los hombres en presunta contradicción con la ley natural o divina. Sea cual cual sea la explicación de lo sucedido, a mí me parece que Pilar Urbano nos ha prestado un gran servicio, porque así sabemos más de lo que sabíamos y podremos construir mejor nuestra propia composición de lugar.
Mucho más dudoso es que la Reina, con esas declaraciones le haya prestado un buen servicio a la Monarquía, aunque tampoco creo que estemos a dos entrevistas más de la República, como decía hoy un destacado columnista. Es evidente que aquí ha fallado alguien y ese alguien no es otro que el encargado -o los encargados- de leer las galeradas del libro antes de darlo a la imprenta y enviarlo a las librerías. Pilar Urbano, creo yo, ha hecho su trabajo con gran profesionalidad y no se la puede culpar de nada. La Reina y sus colaboradores sabían que el cuestionario por escrito que envió a La Zarzuela y las quince sesiones de trabajo que mantuvo con Doña Sofía eran para publicar un libro, pero a lo mejor cometieron un exceso de confianza.
La Reina, a la que su marido definió un día como "una gran profesional", tenía que haber valorado mejor los riesgos de "hablar en privado" delante de un periodista y sus ayudantes tenían que haber hilado más fino al decidir qué cosas de las que se dijeron debían publicarse y cuáles otras no. Yo no creo que la Urbano se haya saltado ningún "off the récord" ni se haya aprovechado de las confidencias que pudo hacerle Doña Sofía en la confianza de una conversación a solas, y más si es cierto que envió las pruebas para que les dieran el visto bueno. El error, insisto, es sólo atribuible a quienes no corrigieron adecuadamente el texto.
También podría suceder, como apuntaba más arriba, que a la Reina le haya dado un ataque de sinceridad, como al que escribe unas menorias, y haya querido hacer públicas sus opiniones para conocimiento del público en general y ayuda de los historiadores en particular. Está en su derecho, aunque la prudencia política aconseje no ejercitar ese derecho. Pero quien marca los límites de esa prudencia política es ella y no quienes dicen sentirse agraviados por sus opiniones y reclaman una neutralidad imposible. Las personas de carne y hueso tienen además ideas, tienen opiniones, están a favor de unas cosas y en contra de otras; y a nadie se puede negar el derecho a expresarlas, aunque al hacerlo se dañe a sí mismo o a la institución que representa.
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Hace 4 años