domingo, 7 de septiembre de 2008

PÉRDIDAS BURSÁTILES: VALOR Y CORAJE ( Y UN POQUITO DE PACIENCIA )

Parece que este 2008 va a ser uno de los peores años para las bolsas españolas. El Ibex-35 ha cerrado la primera semana de Septiembre en 11.139,7 puntos, el mínimo anual; y la impresión generalizada es que todavía no ha tocado suelo. El llamado Índice Selectivo ha perdido más de un 26 por ciento desde el uno de Enero y, en la época reciente, sólo se recuerda un ejercicio igual de malo: fue en 2.002, cuando el Índice cayó un 27 por ciento después del estallido de la burbuja tecnológica. Este mal comportamiento de los valores de la renta variable está teniendo una fuerte incidencia en los fondos de inversión y de pensiones, aunque quizá la actitud más recomendable sea la de poner al mal tiempo buena cara, con la esperanza de que las cosas mejoren a medio plazo.
"Rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras". Esta es la coletilla que emplean siempre las gestoras de los fondos de inversión y de pensiones cuando hacen publicidad de sus productos y de sus éxitos. La advertencia es pertinente y obedece a la cautela mínima que uno debe tener antes de colocar sus ahorros en estos productos. Pero si es cierto que el pasado no garantiza el futuro, también lo es que difícilmente se puede atisbar lo que ocurrirá en años venideros sin echar un vistazo a lo que pasó en los anteriores. En 2006, por ejemplo, la subida fue del 36 por ciento; diez años antes, un 47 por ciento; el récord de la época reciente lo tiene el "año mágico" del 92, con un incremento del 61 por ciento. Según un informe que encontré rastreando datos en la Red, entre el 92 y el 2006 el Ibex-35 ofreció una rentabilidad media anual de más del 15 por ciento, es decir, una rentabilidad superior incluso a la ofrecida por el ladrillo, que ha sido la "gran estrella" del ahorro y la inversión en la España de las últimas décadas.
Esta mirada al pasado podría ser la base para un pronóstico optimista, pero lo cierto es que a día de hoy, domingo 7 de Septiembre, el Índice principal del mercado español lleva perdido casi un tercio de su valor con respecto al máximo histórico que alcanzó a mediados del año pasado, poco antes de que estallase la crisis financiera causada por las que podríamos llamar "hipotecas locas" de los Estados Unidos. Supongo que hace falta valor y coraje para mantenerse en un fondo de inversión o de pensiones del que uno ha visto evaporarse la tercera parte del patrimonio que tenía acumulado. Es como el que tiene que tirarse en paracaídas: le puedes contar que todos los paracaídas anteriores se abrieron a su debido tiempo, pero el que tiene que reunir el coraje para lanzarse al vacío es él.
¿Es este un buen momento para iniciar un plan de ahorro a largo plazo invirtiendo en los valores de la Bolsa española? Posiblemente sí, aunque lo malo de la renta variable es que nunca se sabe hasta dónde pueden llegar las carreras alcistas o bajistas. En consecuencia, es muy difícil saber cuál es el momento ideal para comprar y para vender. Recuerdo un dicho famoso del "parqué" madrileño de cuando yo hacía la crónica de Bolsa para los informativos de RNE: hay que dejar que el último duro lo gane otro. Si no me falla la memoria, el Ibex-35 arrancó con un valor de 1.000 puntos en 1.989. En 19 años ha llegado a los 11.000 puntos, lo cual implica una rentabilidad anual ( promediando años malos y buenos) de más del 12 por ciento. La deuda pública, que es la gran referencia alternativa, ha ofrecido unos rendimientos 7 u 8 puntos inferiores.
Lo que yo recomendaría -con mi tendencia inveterada a meterme en camisa de once varas- es no elegir sólo un valor o un grupo muy reducido de valores: esa opción se parece demasiado a probar suerte en un casino. Es mejor elegir uno de esos fondos ( todas las entidades bancarias los tienen ) que imitan en su cartera la composición del Ibex y tratan de batirlo, como piedra de toque para calibrar la calidad de su gestión. Otra recomendación sería no invertir mucho de golpe, sino trazarse un plan de aportaciones sistemáticas ( una cuota mensual, como se hace con los fondos de pensiones ). La ventaja de esta segunda opción es que, si el Índice sigue cayendo, se abarata el precio medio de las compras y será más fácil salir de los números rojos cuando llegue la recuperación. Y, por supuesto, nunca jamás dedicarse a la renta variable con dinero prestado, cosa que sí se ha hecho a mansalva con el ladrillo y ahora estamos viendo los resultados. ¿Ofrecerá la Bolsa española durante los próximos diez años la misma rentabilidad que ha ofrecido en las últimas dos décadas? Si yo fuera capaz de responder con seguridad a esa pregunta correría a instalar un "chiringuito" financiero en lugar de matar el tiempo libre en este cuaderno de bitácora. Pero lo que sí puedo decir es que muy mal tienen que ir las cosas para que la renta variable no ofrezca, por término medio, tres o cuatro puntos anuales más que la deuda pública. Ya sólo nos falta reunir el arrojo necesario para tirarnos al ruedo en plan "espontáneo".

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