viernes, 18 de abril de 2008

¿ESTÁ LA IZQUIERDA EN DECLIVE?

Hace unas semanas, con ocasión de los resultados del 9-M, decíamos aquí que la victoria del PSOE, indiscutible, había venido acompañada de un descenso global del voto de izquierda y, como consencuencia, de una composición del nuevo parlamento ligeramente más escorada hacia la derecha. El pasado miércoles, día 16, el profesor Enrique Gil Calvo, con mejores fundamentos intelectuales que el autor de este cuaderno de bitácora, venía a sostener la misma tesis: el 9 de Marzo se produjo un desplazamiento del electorado hacia la derecha. "Muchos progresistas -escribe Gil Calvo- que antes votaban a la izquierda radical (IU y ERC) ahora han votado al centro izquierda del PSOE; y muchos centristas moderados, que antes votaron a Rodríguez Zapatero, ahora han votado al centro-derecha de Rajoy".
El profesor Gil Calvo reprocha a las formaciones de izquierda, no sólo española, sino europea, su incapacidad para construir un nuevo programa político adaptado a las necesidades del Siglo XXI y añade que "la causa última de esta derechización en España y en Europa es la descapitalización social de la izquierda, producida por la desintegración del tejido civil que trababa y cohesionaba a las clases trabajadoras, hoy más fragmentadas y divididas que nunca". El titular de Sociología de la Complutense termina su interesante artículo con un sombrío pronóstico en el que afirma que "este proceso de derechización puede intensificarse todavía más, conforme la crisis económica agrave el conflicto social con los inmigrantes y la derecha siga explotando la división de los trabajadores con su demagogia xenófoba".
Probablemente los resultados de las recientes elecciones en Italia han venido a dar la razón al señor Gil Calvo, pero yo creo que es un poco pronto para concluir, como parece hacer él, que el proceso de derechización es irreversible. Un cosa interesante que se olvida de señalar son los ciclos políticos, en los que España, por cierto, parece ir con el paso cambiado respecto de los principales países europeos. Recuérdese, por ejemplo, que el largo período de Felipe González coincidió con líderes europeos de la derecha tan carismáticos como Margaret Thacher o Helmut Khol. Años después, cuando Aznar consiguió desplazar a González en España, se encontró con que en la mayor parte de los países europeos había gobiernos de centro-izquierda: Tony Blair en Gran Bretaña, Lionel Jospin en Francia y Gerhard Schroeder en Alemania. Somos de memoria frágil, pero yo recuerdo haber asistido a muchos Consejos Europeos en los que José María Aznar aparecía como el gran referente del centro-derecha europeo.
Ahora, tras la victoria de Rodríguez Zapatero, de nuevo nos encontramos con el paso cambiado: Gobierno de centro-izquierda en España y Gobiernos de centro-derecha en casi toda europa. Esto puede provocar un cierto aislamiento, pero también un mayor prestigio internacional, si se saben jugar las cartas adecuadamente. En cualquier caso, ir contracorriente en política no es tan grave como llevar el paso cambiado en una jura de bandera, donde la contumacia en el error podía costarle a uno pasar unos cuantos días en la prevención.
El problema de la izquierda realmente existente ( que es la socialista o socialdemócrata) es que ha alcanzado, o cree haber alcanzado, su programa máximo. Y cada nueva medida que propone, como la supresión del Impuesto sobre el Patrimonio, no va en la dirección de más socialismo o más socialdemocracia, sino en la dirección de más mercado y más liberalismo. En la pasada legislatura, se aprobó la ley de ayuda a las personas dependientes, ley que fue presentada a bombo y platillo como el "cuarto pilar del Estado del Bienestar". Si la socialdemocracia gobernante creyera en sí misma, una ley como esa tendría que financiarse con impuestos, y con impuestos directos, no indirectos. Sin embargo, sólo una parte de esas ayudas correrán por cuenta de los presupuestos públicos, el resto tendrán que ponerlo de su bolsillo el propio beneficiario o su familia, con independencia de cuál sea su nivel de renta.
Otro problema para la izquierda realmente existente es que los encargados de llevar a la práctica el programa socialdemócrata son casi tan liberales, o a lo mejor más, que nuestra querida Presidenta Regional, doña Esperanza Aguirre. Supongo que el entusiasmo socialista de la señora Ministra de Vivienda es perfectamente descriptible si tenemos en cuenta que se afilió en 2.003. Y no digamos nada del entusiasmo de otros mandamases, como Sebastián o Alonso.
Y aún hay otro problema de fondo para las políticas socialdemócratas, que en esencia lo que hacen es imponer unas medidas de solidaridad en pos de un mejor reparto de la riqueza y una mayor igualdad de oportunidades. El problema, paradójico si se quiere, es que, a medida que aumenta la riqueza general, tiende a aumentar la insolidaridad. Cuánto más aumenta el número de ciudadanos que piensan, o temen, que las medidas de solidaridad les arrebatarán una parte de su riqueza para dársela a otros, más disminuye el número de ciudadanos dispuestos a votar por la izquierda. La solidaridad no es algo que al ciudadano medio le salga de dentro, la solidaridad hay que imponerla. Esa tarea es fácil cuando la mayoría piensa que esas políticas de solidaridad, o socialdemócratas, acabarán favoreciéndole. Pero se torna imposible cuando esa misma mayoría siente que la solidaridad puede que favorezca a otros, pero no a él. Terminamos poniendo en interrogativa lo que Gil Calvo decía en afirmativa: ¿está la izquierda en declive?

1 comentario:

Anónimo dijo...

M.Sant Macía
Querido amigo:
La interrogante con la que abres el comentario sobre el artículo del profesor Enrique Gil Calvo hace tiempo que va desapareciendo entre mis reflexiones, y ello porque he llegado a a conclusión de que la izquierd tanto como concepto teórico o comportamieto en el día a día va perdiendo fuelle frente al pramatismo grosero imperante. La involución que se está produciendo de los valores tradicionales de la izquierda es de tal magniud, que no hay formación polítca con aspiración a ser minimamente tenida en cuenta, que enarbole planteamientos como los de:"Seamos realistas, pidamos lo imposible" o algo qu ya suena diectamente a descaballado como la máxima marxista de "Dé cada cual según su capacidad, obenga según sus necesidades".